El hormigón o concreto es el material de construcción más utilizado en el mundo, superando al acero en proporción triple. No es para menos, se trata de un material resistente, que se convierte de líquido a sólido a temperatura ambiente y en tan solo 10 horas. Los componentes de este son cemento, arena, agua y grava, y justamente el cemento es responsable en gran medida por el calentamiento global.
La cuestión es que el cemento es responsable de gran parte de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, derivados de su proceso de fabricación. Fabricar cemento requiere calizo (material rico en calcio) y arcilla (material rico en sílice), cuya cocción se realiza a temperaturas que rondan los 1,500 grados celsius. A dichas temperaturas sucede la descarbonatación de la piedra caliza, lo que genera los gases nocivos.
A este respecto un equipo de investigadores, hicieron un análisis molecular detallado del concreto, encontrando que no se está utilizando la proporción de calcio y silicato correcta. Dicen los científicos que con una proporción menor se contaminaría menos y además también se obtendría mejor cemento.
La proporción actual calcio-silicato varía entre 1.2 y 2.2, siendo el estándar aceptado 1.7. Pero los investigadores han determinado que la relación ideal es 1.5, a la cual el cemento puede obtener hasta dos veces su resistencia normal, así como mayor resistencia mecánica a la fractura, además de contaminar un 60% menos durante su producción.
Considerando que la producción de concreto genera entre 5 y 10% de los gases de efecto invernadero del mundo, cualquier reducción en el uso de calcio tendría un impacto positivo. Dicha investigación ha llevado 5 años de trabajo y ahora solo falta llevar a mesoescala la teoría estudiada a nanoescala.
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